viernes, 8 de julio de 2016

Gambito de Dama

Gambito de Dama¹

Relato corto publicado en el Boletín VIII de la Academia de Buenas Letras de Granada.


(Sigue los movimientos de la partida junto a la lectura).

“La vida es una partida de ajedrez, y nunca sabe uno a ciencia cierta si está ganando o perdiendo” (Adolfo Bioy Casares).

     El frío y la humedad abrazaban a la ciudad mientras amanecía. La cercanía de las fiestas navideñas hacía que el ambiente en la oficina fuera relajado. El calendario, que marcaba en rojo los días de descanso, los adornos navideños y el listado de asistentes a  la comida de empresa, inundaban de una inusual y efímera cordialidad las relaciones entre los empleados. 

    Andrea picó al entrar puntual como cada mañana. Los tacones y el perfume dejaron por el pasillo un dulce y acompasado rastro. Aunque hacía años que había dejado de escuchar aquello de ¡qué joven para un puesto de tanta responsabilidad!, seguía recibiendo a partes iguales miradas de envidia y deseo hasta llegar a su despacho. 

    Era la última semana de mes, por lo que debía preparar las nóminas, paga extra incluida, de los miles de trabajadores de la fábrica.

    Desde hacía varios años, Andrea sufría continuos dolores de cabeza que le impedían dormir. En la oficina, justificaba su falta de sueño ante Isidoro, su compañero de departamento, achacándolo a la jaqueca y a trastornos que le hacían descansar a deshoras. En parte no le faltaba razón, aunque el verdadero origen de dichos trastornos tenía una causa más concreta.

    Los años del boom de la construcción hicieron de Andrea una adicta a la ropa, bolsos, zapatos y coches de lujo. Aquel ritmo de compras parecía no tener fin, y los primeros números rojos comenzaron a aparecer en su cuenta bancaria. Progresivamente la adicción comenzó a devorarla y las cantidades adeudadas fueron en aumento.

    Cuando llegó a su despacho cerró la puerta. Encendió la luz, encendió la estufa, encendió el ordenador, encendió un cigarro y encendió sus nervios al comprobar los saldos de distintas cuentas bancarias.

    Ante la tesitura de controlar sus adicciones o financiarlas, la opción elegida por Andrea fue la segunda. Hacía años que alteraba las nóminas de los empleados… Cada mes descontaba un euro de los honorarios de los más de cinco mil trabajadores de la empresa. Euro a euro la cantidad desviada en los últimos diez años superaba ya el medio millón.

    Pero aquel día su suerte había cambiado. Como cada final de mes, Isidoro y Andrea permanecieron en la oficina hasta preparar la transferencia de la nómina. Pasadas las cinco de la tarde Isidoro, un hombre calvo y canoso por igual al que le faltaban un par de años para acceder a la jubilación anticipada, abrió la puerta del despacho de Andrea con un gesto contrariado en su rostro.

    -Las nóminas no son correctas, dijo. Comprobé la mía…falta un euro… Luego miré el resto, después las del mes pasado…y las de años anteriores…falta un euro en todas ellas.

    Andrea, sentada en el sillón de su despacho, miró fijamente a los ojos a Isidoro que tomó asiento al otro lado de la mesa entendiendo que no se trataba de un error. Fue entonces cuando comenzó la partida.

    Isidoro tras poner las piezas sobre el tablero, dejó que Andrea jugara con blancas. La dama movió.
    -Nadie tiene por qué enterarse, dijo Andrea (peón de dama d4).

    -Ya, pero si se entera Juan…respondió de forma escueta Isidoro (peón de dama d5). 

     -Juan no tiene que saber nada, tiene tres empresas más, le sobra el dinero. Treinta mil euros en efectivo, esta noche y nada habrá pasado. En un par de años tendrás una feliz jubilación. El problema es cosa mía (peón de alfil de dama a c4).

    El ofrecimiento de material a cambio de ventaja en el desarrollo estaba sobre la mesa. Pero entonces Isidoro demoró su movimiento, ya que controlaba el reloj de la partida.

    -Tengo que pensarlo, todo esto podría salpicarme.

    Isidoro salió del despacho siendo consciente de su posición de ventaja.

    Andrea se quedó a solas en la oficina. Pensativa e intranquila. Apenas media hora después llamó por teléfono a Isidoro.

    -Diga (peón de rey e6).

    -Soy yo, nos vemos esta noche (caballo de dama a c3).

    -Quizás (caballo de rey a f6).


    -¿Cómo que quizás? Dijo Andrea de forma impulsiva (peón c4 x peón d5).

    - Es poco dinero para tanta responsabilidad, respondió Isidoro (peón e6 x peón d5).

    -Lo tendrás esta misma noche y todo habrá acabado (alfil de dama a g5).

    - Ya… (peón de alfil a c6).

    -Puedo darte treinta y cinco mil, no tengo más, dijo Andrea con desesperación (peón de rey a e3).

    -Puff…, resopló Isidoro (alfil de rey a e7).

    - Sabes dónde vivo, a las 10 te espero en casa (alfil de rey a d3).

    - Allí nos vemos (enroque corto).


    Aunque la conversación cesó la partida seguía jugándose.

    Andrea salió de la oficina y se dirigió a casa (caballo de rey a e2).

    Isidoro comenzó a calcular el montante de lo que Andrea podía haber defraudado (caballo de dama a d7).

    Mientras caminaba por la calle, Andrea realizó una llamada a uno de los gestores de sus fondos (caballo de e2 a g3).

    Medio millón de euros, pensó Isidoro calculadora en mano (torre e8).

    Andrea subió a casa. Abrió un doble fondo del armario y sacó un sobre de la caja fuerte (caballo de g3 a f5).

    Isidoro estaba decidido a pedir cien mil euros por su silencio (alfil a f8).


    Andrea se duchó, intentando relajarse (dama a f3).

    Isidoro se recostó en el sofá pero fue incapaz de descansar (caballo a b6).

    El reloj marcaba las ocho cuando Andrea volvió a llamar a uno de sus asesores (caballo de f5 a h6).

    A pesar de que el descubrimiento le situaba en una posición de superioridad, Isidoro estaba nervioso. Salió de casa poco después de las ocho y media y se dirigió a un bar cercano a la casa de Andrea (peón g7 x caballo h6).

    Andrea salió a la terraza y encendió un cigarro (alfil g5 x caballo f6).

    Tras tres cervezas, Isidoro salió del bar decidido a presionar a su jefa hasta conseguir el mayor dinero posible (dama a d7).

    Andrea preparó un aperitivo sin mucho afán. No era aficionada a la cocina, normalmente pedía comida a domicilio para cenar (peón a h3).

    Isidoro llamó al portero electrónico cuando faltaban cinco minutos para las diez (alfil de f8 a d6).

    -Sí, preguntó Andrea (enroque corto).

    -Soy Isidoro, abre (caballo de b6 a c4).

    Cuando Isidoro entró al piso el aperitivo estaba servido. Una botella de ribera de Duero gran reserva presidía una mesa llena de canapés. Andrea lucía un escotado vestido negro. En la mano derecha sostenía el sobre lleno de dinero mientras con la mano izquierda le ofrecía  una copa de vino (peón e3 a e4).


     Isidoro de forma precipitada cogió la copa, cogió el sobre y comenzó a contar el dinero (caballo de c4 a d2).

     En aquel momento, en plena partida, llamaron a la puerta.

     -Es la comida, abre y págala. Creo que con lo que hay en el sobre tendrás suficiente, dijo Andrea con ironía (reina de f3 a e3).


    Isidoro cegado por el dinero, abrió la puerta (caballo x torre f1).

    Al abrir,  recibió en el pecho una descarga eléctrica de un hombre que vestía un pasamontañas, quedando paralizado en el suelo (dama x peón h6).

    A duras penas consiguió incorporarse cuando el hombre de la puerta sacó una bolsa de plástico y le envolvió la cabeza (alfil de d6 a f8).

   Entonces Andrea sujetó la bolsa y apretó (dama de h6 a g5).

    Isidoro pataleó peleando por su vida (alfil f8 a g7).

    Pero la partida había terminado. Dama x alfil g7, ¡Jaque Mate!

   Con el cuerpo de Isidoro inerte sobre el suelo, el encapuchado se quitó el pasamontañas. Era Juan, el dueño de la empresa.

    -Menos mal que siempre tuve buenos gestores de mi dinero, dijo Andrea besando a Juan.


Jacinto Martín Ruiz


    (1) Gambito de Dama: Un gambito en ajedrez es el ofrecimiento de material a cambio de ventaja en el desarrollo de material. El Gambito de dama es una de las aperturas más estudiadas, por lo que hay multitud de variantes. Sus movimientos iniciales son 1.d4 d5 2.c4. ofreciendo al rival un peón que resulta fácilmente recuperable.


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